miércoles, 23 de junio de 2010

Retrato de Simpel Madrome Jerga, primero.

A veces las galaxias podrían ubicarse en lugares más acostumbrados al orden de la humildad, y así ayudarían a que la aldea que sostiene su helada no duerma tan disconforme. Respecto, siempre recto respeto.
Ordena diluvios universales y alumbra sobre costas que ningún faro vigila. Es siempre desprolijo en su absurdo dilema de intentar ser aquello que simplemente, no intenta dejar de ser lo que nunca gustaría ser. Algo así como otra mirada.
Despoja sus ideas de costumbres, pero bien acostumbrado está a los almohadones. Es quizá su mayor debilidad, su talón de Heracles, o aquí les podría mencionar historia de convento. No solo no le teme a los payasos, hay vientos que recorren el prado como gota que desliza en vidrio empañado de camino.
A veces preguntan las manos donde camina aquella cara sin pintar, y se empapan desdichadamente en algún que otro lago compañero. Y cuando intentan secarse no hay forma que la fría brisa no deje de soplar. No se pudo despedir del Barba, y eso le duele.
Es un mensaje de cartel. El suplicio que jamás ha de sorprender a la confianza de felino atardecer. Así como aquel que asoma por encima de la reja suplicando por su pelota, asoma su respiración intensa a los cuchicheos de esquina carnavalear. Es una historia enredada entre lenguas de barrio, es de coro y lo asusta la plata;
Amó a todo aquello que nunca se le cruzo por frente, y se desvivió por algunas ideas fuleras que caminaron veredas de desprolijo empedrado. Ahora le gustan los harapos, pero “bien puestos”. Así como intenta sostenerlos.
Gusta de las bicicletas pero no de las altas velocidades, y curioso se enfrenta a los rayos que giran sin error o caen del cielo cada uno o dos enojos celestes. Enfrenta las aguas besadas por cordones con cortos pantalones, e ideas de maraña. Pelo desprolijo y poco arreglo en las mañanas que estornudan de calor. Algunas tienen propicios nombre de dibujo aquel, “el de cuando nos éramos chicos”.
Cae en viento y toma el sol en tazas lavadas por barro; “Barro que sostiene en libertad”. Gracias al viento, a los glaciares caídos al calor, gracias a que aquellos que tienen idea de mapa y caminaron por mismos círculos perdidos. Gracias al aire y el agua, y vayamos a saber a quien más, los caminos, se cruzaron. Ahora se toman un recreo, así como de escuela primaria.
El, prosigue en su recurso de renglón y espera que los mapas se mareen de caminos por to
mar.

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